Este 25 de agosto, se celebra el Día Mundial del Peluquero en conmemoración al Rey Luis IX, una figura simbólica para su época al designar a su peluquero como “hombre libre” y al elevar su jerarquía social. Esta fecha se originó cuando la profesión de peluquero era ejercida únicamente por plebeyos de sexo masculino. Su labor principal consistía en el mantenimiento y cuidado del cabello de las pelucas utilizadas por la nobleza.
Durante su reinado, jerarquizó esta profesión, declarando a su peluquero oficial como un hombre libre, equiparándolo con caballeros, jueces, médicos y magistrados, autorizándole el uso de un espadín como parte de su atuendo, considerado un símbolo de tal distinción.
Entre otros antecedentes fundamentales se destaca que en la antigua Grecia y Egipto los esclavos eran los encargados del cuidado del cabello de sus amos. La cultura egipcia consideraba al cabello como un elemento fundamental de la belleza física, con una función social y religiosa. Se utilizaba la henna para la coloración capilar.
Por otra parte, los griegos convirtieron el culto de la belleza como un pilar fundamental de su cultura, destacando la elaboración de peinados de melenas largas, con rizos y ondas, reflejados en las estatuas y monumentos históricos.
Sin embargo, en Argentina, se agregó una razón por la cual celebrar: el peluquero y director de teatro, Domingo Guillén, organizó en 1877 el festejo en el Teatro Coliseo, al que fue una gran cantidad de profesionales. Dicho evento incentivó a que se creara la Sociedad de Barberos y Peluqueros, más precisamente desde la ciudad bonaerense de Pergamino.
En ese sentido, el tiempo llevó a que en 1940 se designara de forma oficial al 25 de agosto como el Día del Peluquero durante el Congreso Nacional de Peluqueros, que fue convocado por la ex Federación Argentina.