El astrofísico Stefano Torniamenti, de la Universidad de Padua en Italia, dirigió un estudio que analizó el cúmulo de Híades, cientos de estrellas visibles a simple vista que se encuentran en el corazón de la constelación de Tauro. Del estudio determinó que es posible que más de un agujero negro esté a 150 años luz de distancia de la Tierra.

Según el estudio publicado en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, la razón por la que los investigadores eligieron Hyades, que se cree que tiene alrededor de 625 millones de años, es porque es en los entornos densamente poblados de cúmulos abiertos donde ocurren más colisiones y fusiones y, a su vez, por qué se predice que también habrá agujeros negros allí. 

El problema es que no emiten luz a menos que estén devorando activamente material estelar, por lo que pueden ser difíciles de encontrar. Por ello, Torniamenti y su equipo decidieron adoptar un enfoque indirecto.

Modelaron la masa y los movimientos estelares de Híades con la ayuda de datos del observatorio espacial Gaia, que actualmente está mapeando  las posiciones y velocidades tridimensionales de las estrellas en la Vía Láctea. Después de hacer esto, los investigadores llevaron a cabo una serie de simulaciones para ver si podían reproducir lo que Gaia estaba mirando.

Descubrieron que las simulaciones que más se acercaban a la apariencia de Hyades eran aquellas que incluían dos o tres agujeros negros: “Nuestras simulaciones sólo pueden igualar simultáneamente la masa y el tamaño de las Híades si en la actualidad (o hasta hace poco) hay algunos agujeros negros en el centro del cúmulo”, afirmó Torniamenti. 

 

Aunque los investigadores no pudieron identificar exactamente dónde se ubicarían los misteriosos objetos dentro del grupo de estrellas, dijeron que era probable que los agujeros negros todavía estuvieran en el cúmulo o fueron expulsados hace menos de 150 millones de años.

Esto significa que ahora podrían estar acechando en algún lugar de las afueras de Hyades.

Pese a la posible cercanía esto no sería peligroso para el planeta Tierra dado que lo más rápido que podrían moverse cualquiera de estos agujeros negros es alrededor de 3 kilómetros por segundo, una velocidad a la que incluso si se dirigieran en nuestra dirección les tomaría un tiempo extremadamente largo para acercarse a nuestro planeta. 

Sin embargo, se espera que el descubrimiento ayude a comprender mejor exactamente cuántos agujeros negros acechan en la oscuridad en todos los rincones de la Vía Láctea, que se estima que alberga entre 10 millones y mil millones de objetos de este tipo: “Esta observación nos ayuda a comprender cómo afecta la presencia de agujeros negros a la evolución de los cúmulos estelares y cómo estos, a su vez, contribuyen a las fuentes de ondas gravitacionales”, afirmó el astrofísico Mark Gieles, de la Universidad de Barcelona.