Este fin de semana en el G20 en Nueva Delhi se retomó nuevamente una cuestión, que hace años se viene tratando en prácticamente todos los grandes foros internacionales, que es la reducción del uso de los combustibles fósiles. Y ello con una constante: el consenso de que el planeta no puede seguir en este camino. Aunque existe la necesidad de asegurar el acceso a la energía para gozar de calidad de vida y para el desarrollo económico general.

Lo cierto es que, si la proporción actual de combustibles fósiles continúa y se duplica su demanda para 2050 como prevé Naciones Unidas, las emisiones superarán descomunalmente la cantidad de carbono emitido. De esta forma se estará incumpliendo el tope planteado en los Acuerdos de París y llevando la temperatura a nivel mundial a los 2°C. Y esto no será bueno para nadie. 

Como ha planteado el Secretario General Antonio Guterres, ya hemos pasado de la era del “Calentamiento global” a la de “Ebullición global”. Y en inglés la palabra suena más trágica que en español. Ya que también podemos traducir a “Boiling” como “hervir”. De la misma manera que, cuando se nos pasa el agua para el mate, o cuando está lista para echarle los fideos.

Los combustibles fósiles comprenden el 80 por ciento de la demanda actual de energía primaria a nivel mundial. Se han convertido en la principal fuente de energía por su alto poder calorífico en comparación con otras fuentes como la energía eólica o solar. Estos son también llamados “energías no renovables” porque no existe otra manera de generarlos, es decir son recursos naturales limitados. Además de esto, la mala noticia es que, el sistema energético actual produce dos tercios de las emisiones globales de CO2. 

Las tres energías no renovables más explotadas en el mundo son el carbón, el petróleo y el gas natural. Veamos quienes son los mayores productores y consumidores de estos recursos. Los datos aquí expuestos han sido extraídos de Enerdata (https://es.enerdata.net/).

El carbón: es el combustible fósil más contaminante que existe y el principal responsable del cambio climático. Sus usos más importantes son la generación de electricidad, la producción de acero, la fabricación de cemento y la producción de combustibles líquidos. Los países asiáticos representan más del 70 por ciento de la producción mundial de carbón y aumentaron su producción un 11 por ciento en 2022. 

El mayor productor es China, principal consumidor e importador de carbón del mundo. Representa más de la mitad del suministro: un 51 por ciento en 2022.  El problema es que su cuota sigue creciendo a razón del 4 por ciento desde 2019. En segundo lugar, se encuentra India con un 11 por ciento, y tercero Indonesia con un 8 por ciento. En 2022, la producción mundial creció un 8,2 por ciento. Esto, a pesar de que sus precios se mantuvieron en niveles elevados, debido a las interrupciones de suministro derivadas de la guerra de Ucrania.

En relación al consumo, son cinco los mayores consumidores: China, Estados Unidos, India, Rusia y Japón. Éstos representan el 77 por ciento del total de consumo de carbón a nivel mundial. Existe una gran cantidad de reservas mundiales de carbón. En proporción, sus reservas son 2,6 veces mayores que la del petróleo y 1,9 veces mayores que la de gas natural. Esto significa que estará disponible en el futuro previsible. 

El petróleo: sus usos principales son el transporte, la energía industrial, la calefacción, iluminación, lubricantes y la industria petroquímica. Los mayores productores son Estados Unidos, Arabia Saudita y Rusia. La producción mundial de crudo repuntó un 5 por ciento en 2022, muy por encima de su tendencia histórica.

La mayor parte de la producción mundial se produjo en Medio Oriente, especialmente en Arabia Saudí con el 16 por ciento. Seguido por Emiratos Árabes Unidos con el 15 por ciento. También aumentó en Estados Unidos con el 6,5 por ciento y en América Latina el 3,9 por ciento gracias al crecimiento en Brasil

En relación al consumo, en 2022 éste creció un 3,5 por ciento, situándose por encima de su media de 2010-2019, aunque de forma mucho más lenta que en 2021 cuando creció más del 6,1 por ciento. El aumento del consumo mundial fue impulsado por Asia con el 2,5 por ciento. Se lleva el primer lugar la India, debido a su sostenido crecimiento económico, con el 10 por ciento. Le sigue muy cerca Indonesia con el 9,3 por ciento. El consumo de productos del petróleo también aumentó un 7,9 por ciento en América Latina. En primer lugar México con el 13 por ciento, seguido por Argentina con el 9,8 por ciento y Brasil con un 2,5 por ciento. 

El gas natural: es una gran fuente de electricidad y calor para industrias. Se usa como combustible o generación de electricidad en centrales térmicas y de cogeneración o bien como materia prima en la industria petroquímica. Dentro del ámbito doméstico los usos más comunes son la calefacción, la cocina y el agua caliente.

Este presenta una serie de ventajas cuando se lo compara con los derivados del petróleo o el carbón. Si bien no es una energía limpia o renovable, muchos lo consideran como “energía de transición”, al ser algo menos contaminante que las dos anteriores. Y se puede llevar a cabo un proceso de sustitución, mientras  se van suprimiendo las energías más contaminantes, y reemplazando por energías limpias. Los mayores productores de gas son Estados Unidos, Rusia, Irán y China.

En 2021 la producción aumentó un 4,3 por ciento. Durante el 2022 ésta se mantuvo estable. Esto se debió a un contexto de menor demanda de gas y ante la caída de la producción de Rusia, en un 12 por ciento, a causa de la disminución de las exportaciones a Europa. 

De todas maneras, la producción creció en Estados Unidos, Canadá, China, Australia, Oriente Medio y América Latina. En nuestra región fue del 3,7 por ciento, con el impulso del desarrollo del yacimiento de Vaca Muerta en Argentina, así como de México. Esto, a pesar de la caída de casi el 7 por ciento en Brasil, donde el consumo de gas se desplomó.

En relación al consumo, los países que más utilizan el gas son Estados Unidos, Rusia, China e Irán. Tras el aumento del 4,8 por ciento en 2021, el consumo de gas disminuyó un 1,4 por ciento en 2022. Éste fue su primer descenso desde 2009, debido a una menor demanda de gas en la UE. Los motivos fueron múltiples: temor a posibles interrupciones del suministro tras la invasión rusa de Ucrania, suba de precios, políticas de conservación de la energía y temperaturas moderadas. 

También disminuyó en Rusia debido a las sanciones de Occidente y su impacto en el sector industrial. Y se suma en grandes porcentajes Brasil con un 23 por ciento. Ésto se debe a una mayor disponibilidad de energía hidroeléctrica que redujo la generación de electricidad con gas. En tanto en China, la suba de los precios del GNL, unida a la ralentización económica debido a una menor actividad industrial producto de la política de Covid-0, contribuyó a la caída del 1,2 por ciento del consumo, su primer descenso desde 1992.

Más allá de los discursos y de los intentos en los organismos internacionales por tratar de disminuir el consumo de los combustibles fósiles, los números dicen otra cosa. La explotación y consumo de estos recursos viene aumentando, de la mano del desarrollo económico y el crecimiento poblacional, principalmente asiático. La realidad es que, en la mayoría de los países, no hay voluntad política para eliminar o al menos disminuir sus usos. Con ciertas excepciones como por ejemplo Colombia. Aunque habrá que ver si resiste al traspaso de mando. 

Los gobiernos se encuentran en una durísima encrucijada. Ya que poseer recursos no renovables, o disponer de ellos, está ligado al desarrollo integral de las sociedades. Y le otorga a un Estado todas las ventajas y atributos de poder deseables: seguridad, recursos, influencia, desarrollo, persuasión, coacción. La invasión rusa a Ucrania dejó claramente demostrada su importancia como factor de poder. Pero, ¿Seguirán siéndolo en un mundo destruido? A este paso, probablemente muchos de nosotros estemos vivos, para conocer la respuesta.