El orden internacional así como está, está mal. Hay que crear una nueva arquitectura internacional. Éste fue el objetivo base de la cumbre de esta semana del Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) en Johannesburgo. Los países emergentes pretenden una reforma, principalmente de las instituciones financieras internacionales. El motivo es, no sólo que no los representa, sino que tampoco los favorece. De esta manera, éstos intentan hacerse cargo de su propio desarrollo disponiendo de sus recursos para financiarlo.
La cumbre duró dos días y el principal anuncio fue la incorporación de seis nuevos miembros en enero de 2024: Argentina, Irán, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Etiopía. Ahora, cada país deberá debatir hacia adentro si acepta, o no la invitación. Como ha expresado el ministro de Exteriores saudí, Faisal bin Farhan: “Estamos esperando los detalles del grupo sobre la invitación, la naturaleza de la membresía y sus elementos. Partiendo de eso y de las medidas internas, vamos a tomar la decisión adecuada” sobre si ingresar o no al Brics.
En 2024 en Argentina, el presidente ya no será Alberto Fernández, quien expresó que con esta incorporación “damos un nuevo paso en la consolidación de la Argentina fraterna y abierta al mundo que siempre soñamos”. Pero la oposición entera carece de estos sentimientos fraternales y abiertos. La candidata Patricia Bullrich apuntó contra Rusia e Irán y aseguró que saldrá del bloque si la eligen presidenta. El ex mandatario Mauricio Macri la respaldó. En tanto Javier Milei, el otro candidato opositor, afirmó que no hará alianzas con “comunistas”.
Al interior del Brics también hay diferencias. Unos socios plantean mantener una buena relación con Occidente como Brasil, Sudáfrica e India. En cambio China y Rusia, son rivales, no sólo económicos sino también ideológicos. De todas maneras, esto no impide que los cinco miembros entiendan al bloque como una oportunidad comercial y geopolítica. Ésa que parecen no entender en Argentina.
Analicemos el Brics hacia adentro. Los cinco países abarcan amplios territorios, son mercados emergentes, con gran cantidad de recursos naturales y expectativas de crecimiento. Actualmente, Rusia y China, tienen un relato nacional que reivindica su historia imperial. Ambas naciones se perciben como potencias en crecimiento dispuestas a recuperar su pasado glorioso. No encuentran representación genuina en el concepto de “Sur Global”. Aunque parecen adaptarse en este aspecto. Por otro lado, el país de Xi Jinping no tiene reglas democráticas y el de Putin, dice tenerlas, pero no las cumple.
En cambio, los otros tres miembros restantes comparten un pasado, no imperial, sino colonial. Sin dudas, India, Brasil y Sudáfrica se sienten del “Sur Global”. Son tres democracias aparentemente estables, de tres continentes distintos y que enfrentan desafíos más o menos similares. A esto le podemos sumar sus carácteres multiculturales, multireligiosos, multiétnicos y multilingües. Son factores que, indirectamente, tensionan con China y Rusia.
Probablemente, en el largo plazo, el mayor desafío que enfrente el Brics sea la rivalidad entre China e India. Son los dos países más poblados del mundo, con enormes ejércitos y con armas nucleares. Además, comparten una frontera de más de 3.440 kilómetros y tienen reclamaciones territoriales superpuestas. Si bien, India está en crecimiento y ésta semana sorprendió con el éxito de su programa espacial, la economía china es casi cinco veces mayor.
En tanto, Rusia e India mantienen una relación intensa desde la época soviética. Ambos construyeron un estrecho vínculo de cooperación técnico-militar, al punto de que India se convirtió en las últimas décadas, en el mayor importador de armas y equipos de Rusia. Además, luego de la invasión a Ucrania, el país de Putin se ha transformado en el cuarto socio comercial más importante de India y en el principal proveedor de petróleo. Hoy es posible afirmar que la asociación política y económica entre rusos e indios será uno de los principales pilares del sistema internacional.
Y para cerrar la gran tríada, nos queda la relación entre China y Rusia. Los dos países están unidos por su hostilidad hacia Estados Unidos y Occidente. Lo cierto es que parece ser que China fue la principal beneficiaria de las sanciones contra Rusia. Desde principios de año, el país de Putin es el principal proveedor de gas y petróleo del país de Mao.
Mientras tanto, Xi Jinping insiste en la necesidad de aumentar el volumen y la calidad de la inversión, el comercio y la cooperación económica entre ambos. De todas maneras, el presidente chino está, por un lado, maniobrando un fino balance entre el apoyo moderado a Rusia, para que no escale el conflicto ucraniano. Pero por otro, tratando de redituar este foco, para avanzar militarmente en el Mar de China y la isla de Taiwán.
La invasión rusa en Ucrania cambió algunas fichas del tablero del Brics. Ni Sudáfrica, ni China, ni India condenaron la invasión. Y el Brasil de Lula, lo hizo tardíamente. Fue luego de que Estados Unidos lo acusara de “repetir como un loro” la propaganda de Rusia y China. Éste se apuró en proponer una “coalición de paz” aunque sin reclamar el inmediato retiro del ejército invasor. Todas estas políticas favorecen a Putin que, bajo las sanciones de occidente, busca aliados diplomáticos y aquí los encuentra.
Es ahora el momento de que Argentina evalúe si quiere profundizar, o no, el vínculo con este grupo de países. Sería interesante que participemos como sociedad de este debate. El foco debe estar puesto en lo pragmático. La pertenencia a este grupo, sin dudas, es un gran camino para ampliar las oportunidades y dinamizar las inversiones y el comercio. También es una ocasión para acrecentar la capacidad exportadora del país y obtener accesos a créditos para el muy necesario desarrollo de infraestructura nacional.
Quienes se oponen, sostienen que el ingreso de Argentina al bloque implicaría una toma de posición en el conflicto con Ucrania. Y además, que se entraría en una dicotomía geopolítica compleja donde hay países que militan contra Occidente. Analicemos los dos puntos. Primero, desde el inicio del conflicto bélico, Argentina condenó la invasión e hizo un llamado a la paz. Postura que mantuvo en todos los foros internacionales. Por lo cual, esto no tiene porque cambiar con su ingreso al bloque.
Segundo, en relación a la dicotomía geopolítica, suele ser una constante en la política exterior argentina, de aquellos gobiernos que no quieren reconocer nuestra pertenencia al sur global. Y tienden a elegir un alineamiento irrestricto con países industrializados de occidente sin medir costos y/o beneficios. Cuando en realidad se pueden aprovechar nuestras fortalezas y necesidades, para mantener relaciones equilibradas con ambos bloques, sin que la relación con uno u otro signifique el alineamiento.
Una muestra de esto ocurre dentro del propio Brics. Países con intereses diferentes y hasta rivales, dejan de lado ciertos temas para centrarse en las similitudes. Es cierto que sus miembros buscan establecer a este espacio como un Foro, para hacer frente a la hegemonía occidental, que se expresa en el G7. Por este motivo, puede llegar a ser, la plataforma de cooperación más importante para las economías emergentes y probablemente pueda permitirles salir, algún día, de esa periferia tan dolorosa.
Hay que tener cuidado, claro. El mundo atraviesa un momento de tensión y, al menos dos de los Brics, están en el centro. También es cierto que China es el gran soporte del grupo y que un desplazamiento de su estrategia podría provocar un cambio en el lenguaje institucional del bloque, hacia uno más confrontativo. Ahí la situación cambiaría, pero siempre se puede elegir hacia donde ir.
Para cerrar, algunas reflexiones. Primero, el Brics no intenta ser un bloque donde se comparten valores, sino que se buscan aliados para gestionar intereses. La expansión del grupo, es para reforzar la influencia global de sus países miembros, y poner en agenda una reforma del actual sistema internacional que no los favorece. Por eso, expresaron la necesidad de la desdolarización del comercio internacional. Propuesta no sólo del bloque, sino que hasta el presidente de Francia, Emmanuel Macron ha planteado.
No hay que olvidar, que el principal tema que vincula a los países del Brics, es lograr el desarrollo de sus territorios y sus gentes. Y que por lo pronto, hoy China no tiene alicientes para generar una crisis que ponga en juego sus propias ventajas porque es uno de los grandes ganadores de la globalización del siglo XXI. ¿Cómo avanzará el bloque en un futuro? El tiempo dirá. Con Argentina como uno de sus protagonistas, o mirando desde afuera.