El miércoles pasado, la Marcha Federal Universitaria ocupó las calles en varias ciudades del país para oponerse al veto de la Ley de Financiamiento Universitario que Javier Milei ya ratificó, tras lo cual, volverá a las Cámaras. El epicentro estuvo en la Plaza de los Dos Congresos y el reclamo se enfocó en las partidas que las 57 universidades nacionales de Argentina necesitan para continuar funcionando en 2025. Para el analista político y especialista en Relaciones Internacionales Claudio Fantini, esa fue una línea roja que la gente le marcó al presidente, no sólo en relación con la educación superior, sino también en torno a decisiones unipersonales intempestivas que no representan a la población. “Lo votaron para que termine con los privilegios de la casta y esta semana le remarcaron, que «con la educación, no»”, dijo en diálogo con el programa A la Vuelta (Radio 2).

“Creo que la movilización fue lo suficientemente masiva para que pueda ser escuchada como mensaje de la sociedad, por parte de un gobierno que es bastante sordo a cualquier mensaje que no condiga con su visión ideológica de las cosas. Este fue un mensaje contundente que trazó una línea roja, porque incluyó a partidos, gremios y entidades de un arco político y sectorial muy amplio. Lo que se vio en la movilización de este miércoles fue un mensaje de la sociedad que dijo: «Con las universidades, no». Habrá muchas otras cosas para recortar en la burocracia estatal, pero con las universidades, no. Porque las universidades han sido un gran instrumento para la movilidad social en Argentina. Y el hecho de que haya aspectos que no funcionan como deberían hacerlo, significa que hay que corregir esos aspectos; no desfinanciar las universidades”, señaló.

El reclamo universitario como emergente

 

La pobreza y la indigencia siguen creciendo en el país. Con 24,9 millones de argentinos pobres y casi 5,4 millones de indigentes (muchos de ellos, jubilados perjudicados por el veto presidencial), impactó la masividad movilización universitaria.

Para Fantini, la razón de esa protesta que se erige entre la del resto de los sectores en crisis, radica en la conciencia que tiene la sociedad de lo que significaron las universidades públicas en Argentina. “A la Argentina de principios del siglo XX, llegó de manera masiva la inmigración mayoritariamente pobre, mano de obra trabajadora, y se hizo popular la frase que resumió el significado de la universidad pública: «Mi hijo el dotor». Así, sin la “c”.

La universidad pública, gratuita y laica permitió la mejor forma de ascenso social, por la escalera del conocimiento.

La universidad pública permitió el ascenso social de la mano del conocimiento. Esa frase pertenecía al campesino, el chacrero, el obrero o el marinero que vivía en La Boca y no había podido estudiar. Era un trabajador que pudo mandar a su hijo a la universidad porque era pública, gratuita y laica. Esa frase sintetizó la mejor manera del ascenso social: el que se logra por la escalera del conocimiento. “Entonces –dice– no puede venir un liderazgo ideologizado de carácter ultraconservador y veleidades mesiánicas a cerrar o desfinanciar esos instrumentos tan valiosos para la sociedad”.

Filias y fobias: el discurso ante la ONU y “un error gigantesco y obtuso”

 

Además de las decisiones de política interna que el mandatario anuncia de forma sorpresiva por redes sociales y no toleran el menor disenso, ya fueron varios y reiterados los conflictos diplomáticos que protagonizaron tanto la canciller Diana Mondino, como la vicepresidenta Victoria Villarruel y el propio presidente, en menos de un año de gestión: con Francia, con Bolivia, con España, con China, con Colombia, con México y hasta con el Papa Francisco, por nombrar algunos.

Fantini puso el acento en cómo el mandatario se deja llevar por sus emociones a la hora de decidir: “Creo que hay muchas cosas en las que la realidad le señala los errores a Javier Milei. Error al que lo conducen sus ideologismos, sus filias y sus fobias. Un ejemplo de esto fue su discurso en la ONU, en el cual, después de Diana Mondino, anunció casi con el orgullo de quien declara la independencia, que Argentina sale del Pacto 2045, llamado «Pacto del futuro». Lo hizo como si el mundo fuese a ovacionarlo por eso, o la Argentina fuese a aplaudir esa decisión. Luego, esa decisión mostró su nivel de error y de extravío cuando se reveló que Argentina no quedó en la vereda de las democracias liberales del mundo occidental, ni de los capitalismos más modernos y de las sociedades más avanzadas, sino que quedamos en la vereda de Cuba, de Venezuela, de Nicaragua, de la República Islámica de Irán, de Corea del Norte, de Rusia y de Sudán”.

 

“Esto le pasa a Javier Milei porque piensa desde sus filias y desde sus fobias. Como Donald Trump, cuando asumió la presidencia, sacó a Estados Unidos del acuerdo de París (acuerdo de lucha contra el cambio climático), él pensó que tenía que hacer lo mismo y que esto era el equivalente a sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París. Un error gigantesco y obtuso producto de su ideologismo”.
 

Las fuerzas del cielo, la ausencia de límites y “la elección mal leída”

 

 

¿Cómo advertirle a alguien que se concibe a sí mismo como enviado de Dios que la decisión que va a tomar es desacertada? ¿Hay alguien que se dé cuenta y que además tenga margen para decírselo? “En el entorno de Milei –afirma Fantini– falta conocimiento, sensatez, inteligencia, moderación y centrismo. Son muy pocos los que reúnen algunas de esas condiciones. Guillermo Francos (jefe de gabinete de ministros) puede ser uno y no hay mucho más. Él tendría que escuchar más a Francos, pero hay demasiados extremistas y exaltados a su alrededor, que leyeron mal el resultado de la elección. Por ejemplo: que no me guste ver por televisión la derrota de mi equipo de fútbol preferido, no significa que le tenga que tirar un zapatazo al televisor y lo termine rompiendo. En cierta forma, eso es lo que pasó en la última elección. Era tan indignante la clase dirigente que estaba al frente del país, tan decepcionante y sectario el kirchnerismo, tan mesiánico y personalista el liderazgo de Cristina, tan inútil e inepto el de Alberto Fernández, tanta la corrupción, tanta la inutilidad política del radicalismo y el PRO, tan mediocre y tan gris fue el gobierno de Macri que mucha gente decidió tirarle un zapatazo al televisor y romperlo. El tema es que después viene el arrepentimiento porque nos quedamos sin el televisor y encima lo rompimos nosotros mismos”.

Si Milei no entiende que su triunfo fue un grito de hartazgo, le va a seguir pasando lo de esta semana en las calles.

“El problema –remarca– es que Milei cree que fue descubierto como el elegido de Dios, el designado por las fuerzas del cielo y ejerce un mesianismo de rasgos hasta delirantes que le impiden ver la realidad. La sociedad es más moderada de lo que él cree; la sociedad está más al centro de lo que él cree. Lo que pasa es que la sociedad, harta e indignada de una forma de hacer política en la cual lo natural es la incapacidad de los funcionarios, el patrimonialismo en el manejo del Estado y la corrupción (algo que se vio en todos los partidos que estuvieron gobernando) se expresó votando al más furioso. Pero le votaron la furia, porque la furia que irradiaba casi de manera volcánica y brutal de parte de Javier Milei, en todas sus apariciones de televisión, parecía interpretar el sentimiento de indignación del pueblo. Pero eso no quiere decir que la sociedad crea en las ideas de Murray Rothbard o de Friedrich August von Hayek (economistas de la escuela austríaca) o que quiera abolir el Estado como Ludwig von Mises, o que sea negacionista del cambio climático como es Milei y algunos de su entorno, o que se sienta representada por la forma de alineamiento con Israel, que en realidad no es con el Estado de Israel, que es un Estado muy presente que protege a sus ciudadanos, con espacios de producción socialistas como los kibutz y los moshabim). Milei se identifica con el ultraconservador Benjamín Netanyahu y con el fundamentalismo ultra religioso de los partidos hebraístas que están en el poder. Pero –asegura– la sociedad argentina no votó eso.

“La sociedad votó con un grito de hartazgo. Y si Milei no entiende bien que esto fue su triunfo (un grito de hartazgo), le seguirá pasando en las calles, lo que ocurrió esta semana con la movilización universitaria. Hasta sus propios votantes se lo van a reclamar, porque la gente no le votó sus discursos. La única promesa que la gente le votó al presidente fue la de terminar con la casta. Por eso –concluyó– lo mejor sería que empiece a escuchar y a entender los mensajes que le llegan de la sociedad y actuar en consecuencia”.