La Alergia Alimentaria es una respuesta inmune específica inducida por la exposición a la proteína de un alimento. Las cifras de prevalencia a nivel mundial son del 4% al 8% en niños y del 1% al 4% en adultos. Cabe destacar que estos números están en constante aumento en los últimos años. Lo que convierte a esta patología en un verdadero problema de salud pública.

El aumento en su incidencia podría deberse a múltiples factores tales como disminución de la lactancia materna, incorporación precoz de fórmulas de leche de vaca, aumento en el número de nacimientos por cesárea, administración a temprana edad de antibióticos y antiácidos, modificaciones en la producción de alimentos y cambios en la dieta con variaciones en la flora intestinal (microbiota).

Son ocho los alimentos responsables del 90% de los casos de Alergia Alimenticia: leche, huevo, soja, trigo, maní, nueces, pescados y mariscos. La leche de vaca y el huevo son los más frecuentes en pediatría. En adultos es más habitual la alergia a los mariscos. El maní tiene igual frecuencia en ambos grupos.

Síntomas de alergia alimentaria

Las manifestaciones clínicas son variadas pueden ser leves, moderadas o graves. Según su tipo es la forma de sintomatología que expresan:

Leves: pueden manifestarse con enrojecimiento en la región peri oral.

Moderadas: cólicos abdominales, deposiciones con estrías sanguinolentas, dermatitis atópica, urticaria, rinitis o asma. 

Graves: son potencialmente fatales como la anafilaxia que produce un gran impacto en de la calidad de vida del niño y su familia.

La difusión y concientización acerca de esta patología y de su importancia es fundamental para generar mayor sospecha por parte del entorno y lograr un diagnóstico precoz y tratamiento oportuno, evitando alteraciones en el crecimiento y riesgos innecesarios en los niños que son la población más afectada.

Son factores de riesgo para desarrollar Alergia Alimentaria, la historia familiar de Atopía y la presencia de Asma o Dermatitis Atópica (DA).

Metodología Diagnóstica

Requiere comprender mecanismos inmunes involucrados, deducidos de una historia clínica (HC) minuciosa y una correcta interpretación de test diagnósticos. Un diagnóstico inadecuado provoca cambios en hábitos dietarios y sociales y el riesgo de reacciones graves. 

Además, la implementación de una dieta de exclusión (DE) con propósito diagnóstico que consiste en evitar el alimento con alto índice de sospecha. La DE debe continuar solo lo necesario para lograr un alivio significativo de los síntomas, es decir, entre 2 a 4 semanas. 

Si el paciente mejora, es importante darle continuidad hasta la confirmación diagnóstica, que dependerá del mecanismo inmune involucrado. Por el contrario, si no hay mejoría, la alergia a ese alimento es poco probable y deberá reintroducirse en forma planificada.

La determinación en suero y piel de anticuerpos IgE-específicos frente a proteínas alimentarias evalúa la sensibilización IgE mediada (confirma el mecanismo inmunológico). Tanto la IgE-específica sérica (RAST) como las pruebas cutáneas de lectura inmediata (Prick Test) tienen alta sensibilidad (70-100%) y baja especificidad (40- 70%), comparadas con la prueba de provocación controlada (PPC).

El Prick Test es el método de elección para demostrar la sensibilización IgE-mediada, debido a su seguridad, fácil realización, resultados inmediatos, bajo costo, reproducibilidad y alto valor predictivo, comparada con la PPC. Puede realizarse a cualquier edad y permite evaluar múltiples alergenos al mismo tiempo. 

Las PPC con alimento son, usualmente, requeridas para confirmar el diagnóstico de AA y adquisición de tolerancia. Otorgan certeza si el alimento sospechoso es causante del síntoma.

Tratamiento

El tratamiento de la Alergia alimentaria tiene dos bases fundamentales:

1. Evitación del alergeno responsable.

2. Educación del paciente, la familia y los cuidadores para evitar ingestas accidentales, lograr una dieta nutricionalmente adecuada y reconocer y tratar la anafilaxia.

Dietas de evitación y exclusión

Para realizar una Dieta de Evitación (DE) adecuada, los pacientes o cuidadores deben reconocer los alergenos, los alimentos en que están presentes y los distintos nombres usados para identificarlos en las etiquetas. 

Las DE son diseñadas para cada paciente y representan un desafío familiar por sus riesgos en aspectos sociales, psicológicos, económicos y nutricionales. 

Deben evitarse alimentos con potencial reactividad cruzada: leche (vaca, cabra, oveja), tipos de mariscos, frutos secos (castañas de cajú y pistacho, nuez y pecan), distintas especies de pescados.

Para no incurrir en miedos o exageraciones, el médico debe aconsejar adecuadamente a la familia, en especial, en cuanto a lectura de etiquetas, preparación de los alimentos y situaciones en las que el niño comerá fuera del hogar. 

Especial importancia guarda el tema de la contaminación cruzada, presencia de ingredientes de forma accidental que hace posible que alergenos alimentarios contaminen donde no deberían estar presentes. Ocurre en el procesamiento, líneas de producción o sitio de venta.

Cabe destacar que la Alergia Alimentaria requiere de un abordaje multidisciplinario que le brinde al paciente una atención integral, y dentro de ese equipo, es fundamental el asesoramiento por un nutricionista con competencia específica en esta patología.