“Comprar Twitter es un acelerador para crear ��, la aplicación para todo”, tuiteó el magnate sudafricano Elon Musk a comienzos de octubre de 2022, apenas unos días antes de desembolsar 44 mil millones de dólares por la adquisición de la aplicación del pajarito. Más allá de la curiosa fijación de Musk por la letra X, no fueron muchos los que se detuvieron a analizar en detalle a qué se refería con “aplicación para todo”. En ese entonces, la atención estaba puesta en otras controvertidas declaraciones en las que anticipaba despidos de hasta un 75% del plantel de la red social.
Una vez al mando de su nueva empresa, su primera medida fue prescindir del trabajo de cuatro altos ejecutivos, entre ellos Parag Agrawal, quien hasta entonces había ocupado el cargo de director general y con quien siempre había tenido una relación tensa y conflictiva, al punto de llegar a responder a un tuit de Agrawal con el emoji de la caca. Si bien otros directivos decidieron irse en sus propios términos, el 80% del plantel de la compañía no tuvo la opción de elegir y miles de empleados fueron despedidos en las semanas siguientes. Musk había reducido la fuerza laboral de Twitter, de casi 8.000 miembros, a unos 1.500.
A partir de abril, el empresario tecnológico comenzó otra serie de cambios, esta vez, de cara a los usuarios. Una de las primeras medidas que implementó fue la eliminación del tilde azul en todas las cuentas verificadas con menos de un millón de seguidores. Ahora, para obtener la insignia de verificación basta con suscribir a Twitter Blue (ahora �� Premium), la versión paga de la plataforma, que por 8 dólares mensuales ofrece una serie de beneficios a sus suscriptores, como publicar textos y vídeos más largos, corregir tuits, ver menos anuncios y tener mayor alcance al momento de publicar contenido.
El 24 de julio Musk sepultó de manera definitiva al emblemático pajarito azul y Twitter adoptó oficialmente el nombre de “��”. El súbito rebranding fue duramente criticado, especialmente por los expertos en marketing, quienes observaban con asombro cómo el fundador de Space X tiraba a la basura más de una década de valor de marca. Porque, a pesar de contar con tan solo 350 millones de usuarios mensuales activos, la red social antes conocida como Twitter ni siquiera logra ubicarse en el top 10 de las más populares. Sin embargo, su influencia en la sociedad y en la cultura la convierten en una plataforma extremadamente relevante a nivel global.
Pero Elon imagina un futuro en el que “��, la aplicación para todo” sea prácticamente omnipresente. En más de una ocasión subrayó la importancia de contar con una super app al estilo de WeChat, propiedad del conglomerado multimedia chino Tencent Holdings, una de las mayores empresas del mundo. WeChat tiene más de 1.200 millones de usuarios activos solo en China, y es la mayor plataforma de mensajería, redes sociales y billetera virtual, todo en una única aplicación. “Básicamente en China vives en WeChat, porque es muy útil para la vida diaria. Si podemos recrear eso con Twitter, tendremos un gran éxito”, recalcó Musk en más de una ocasión.
“Yo siempre digo que es como la navaja suiza de las aplicaciones chinas”, comparte Pablo Giustetto con Rosario3. Pablo es rosarino y llegó a China hace unos diez años con una beca para estudiar y perfeccionar el idioma, ya que había estado estudiando chino previamente. “Después obtuve otra beca y realicé una maestría en Administración de Empresas y Comercio Internacional, y terminé quedándome a trabajar”, explica. Actualmente, Pablo reside en Chongqing (重庆), una ciudad con casi 34 millones de habitantes, donde además de ser docente universitario, también dirige un emprendimiento de comercio internacional.
Pablo fue testigo directo de la digitalización de la sociedad china en la última década. ”Cuando llegué, recién se estaba imponiendo el tema de las compras online y pagos virtuales. El uso del Home Banking, por ejemplo, estaba como en pañales. Y eso fue evolucionando hasta hacerse masivo. Mucha gente empezó a tener acceso a una cuenta bancaria, que es algo simple, y después, a hacer compras online. Luego nacieron las billeteras virtuales, y de la mano, en el mismo recorrido, las aplicaciones para comunicación”, señala.
“WeChat empezó como una aplicación simple, una especie de WhatsApp, y se terminó transformando en una aplicación maestra que en China se usa absolutamente para todo”, explica Pablo. “Desde escuchar música, leer libros, compartir contenido, hacer videos, redes sociales… Pero además WeChat tiene una especie de apartado de mini programas, donde cada empresa puede lanzar el suyo en el ecosistema de WeChat. Entonces podés comprar entradas para ir a ver una película en el mini programa del cine, llamar un taxi o hacer el pedido del supermercado, por ejemplo”.
WeChat no tiene comparación con ninguna aplicación occidental, ya que además de combinar una variedad de plataformas y servicios, es al mismo tiempo una billetera virtual desde la que se puede pagar todo. “Asociando mi cuenta bancaria puedo pagar la luz, los impuestos, reservar y pagar pasajes, enviar y recibir dinero, pedir comida o comprar lo que sea”, detalla Pablo. “Es muy útil en el día a día, ya que la gente no usa efectivo y todo se maneja por WeChat, está presente en un 90% del día. Esto es posible porque China ya se transformó en una sociedad totalmente libre de dinero en efectivo, es completamente cashless. Todo se paga con billeteras virtuales, tanto WeChat o AliPay”.
Esta centralización de las transacciones es lo que resulta extremadamente atractivo para Elon Musk, quien cree que si se ejecuta correctamente “�� podría monopolizar la mitad del sistema financiero mundial”. De alguna manera, el magnate busca concretar su truncado proyecto original de 1999, cuando lanzó el banco online x.com. En ese entonces, buscaba convertir su web en una plataforma integral que cubriera todas las necesidades financieras, desde banca online, pagos con tarjeta de crédito y envíos de dinero a través de correo electrónico. En 2020 se fusionó con Confinity, otra empresa que había creado un sistema de pagos llamado PayPal, adquirida por eBay en 2002 por 1500 millones de dólares.
Sin embargo, el ambicioso plan de Musk puede toparse con una serie de obstáculos, siendo el principal de ellos que Occidente -al menos por ahora- es muy diferente a China. Por un lado, no solo se enfrenta a la libre competencia de otras empresas con amplia trayectoria en el mundo de los pagos electrónicos como Visa, MasterCard, Apple y Google. También contra rivales tecnológicos directos como Meta, que ya ofrece pagos a través de WhatsApp en India y Brasil y está a punto de lanzar el mismo servicio en los Estados Unidos, México y Reino Unido.
Por otra parte, WeChat se ha convertido en el núcleo central del estilo de vida moderno chino, no solo como una superaplicación para los ciudadanos, sino especialmente para el PCC, que ha encontrado en esta plataforma una poderosa herramienta para reforzar la supervisión y el control estatal sobre la población. Bajo la dirección del gobierno de Beijing, los servicios de internet y mensajería implementan avanzados mecanismos de censura para vigilar y detectar información y contenidos contrarios al régimen, utilizando para ellos algoritmos de inteligencia artificial y equipos integrados por miles de personas.
En particular, WeChat también juega un importante papel en el sistema de crédito social mediante el cual el PCC evalúa y clasifica a los habitantes entre “buenos” y ”malos” de acuerdo a comportamientos específicos, una práctica claramente violatoria a los derechos humanos más básicos y un cruel ejemplo de autoritarismo digital.
Afortunadamente, de este lado del mundo aún prevalece, en mayor o menor medida, un enfoque centrado en la protección de los derechos individuales y la privacidad de los ciudadanos. Aunque la idea de convertir a �� en una amalgama de servicios ubicua y versátil pueda seducir a Musk, el modelo de plataforma única inspirado en WeChat tendrá que superar el reto más difícil: la adopción por parte de usuarios que valoran la libertad de elegir.