El fin de semana comenzó un proceso de inestabilidad social (o de desestabilización) que se montó sobre una crisis económica y política actual cada vez más severa. Los saqueos registrados en distintas provincias fueron calificados como “robos organizados” por el gobierno nacional dada la característica más acotada y dirigida que experiencias anteriores, como las de 1989 y 2001.
La comparación con esos años convulsionados se multiplicó con la misma facilidad que corrieron las imágenes y versiones (muchas de ellas falsas) por las redes sociales y grupos de Whatsapp en los últimos días. ¿Pero los hechos que se iniciaron en Mendoza, Neuquén y Córdoba y se profundizaron en Buenos Aires son similares a aquellos sucesos?
1989: brecha política e hiperinflación
Las elecciones presidenciales de 1989 se realizaron el domingo 14 de mayo cuando la entrega del poder estaba programada recién para diciembre. el peronista Carlos Menem, con el 47% de votos se impuso al radical Eduardo Angeloz, con 37%.
La transición asomó como un hueco eterno de siete meses que agigantó la crisis económica y política. El presidente Raúl Alfonsín, reconocido por haber afianzado la democracia y haber asumido en el complejo y crucial año 1983, decidió “resignar” al cargo a partir del 30 de junio de 1989.
Aunque el propio Javier Milei, el candidato más votado en las Paso de este año desde La Libertad Avanza, ya anunció que “estaba listo para asumir”, la diferencia con aquella experiencia es mucha. Ni Milei, ni nadie, fue aún electo presidente (las generales son el 22 de octubre). Tampoco hay plazos amplios (aquellos siete meses del 83´) como para anticipar los cronogramas institucionales.
La otra distancia, para nada menor, es la que va de una inflación alta de 6,3% medida en julio de 2023 (y una interanual de 113,4%), frente a la híper desatada en 1989. La suba de precios se disparó aquel año y solo en julio del 89´ marcó 196,6%. La tasa de un mes equivalente a lo que ahora demanda un año y medio.
“La hiperinflación de 1989/90 exhibió guarismos inéditos por su magnitud. En el 89´ legó a niveles de 4923% interanual y en el 90´ a 1344%. El primero de abril de 1991 se inició el plan de convertibilidad y ese año la inflación, si bien más baja que las anteriores, alcanzó el 84%”, afirmó a Rosario3 el titular del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (Mate), Sergio Arelovich.
El economista y docente universitario recordó que “veníamos de años de inflación muy alta, cosa que se olvida”. “Excepto dos años, el 1980 cuando fue de un 88% y el 1986 con 82%, el resto de los años anteriores la inflación fue de tres dígitos”, aclaró.
“Entonces con el Rodrigazo de 1975, dictadura (de 1976 a 1983) y gobierno radical nos pusimos el país de sombrero con un grado creciente de deterioro de la actividad económica, el empleo y la crisis derivada del sobre endeudamiento heredada de los militares”, analizó Arelovich
2001: recesión y estallido sin red
La salida a la larga convertibilidad que marcó al menemismo en los 90’ fue traumática. La presidencia de Fernando de la Rúa, con una Alianza que llegó al poder con la promesa de mantener la ficción de un peso igual a un dólar, terminó en el estallido político, social y económico.
El corralito de diciembre de 2001 fue el catalizador de un proceso que se venía amasando y hubo, además de protestas y cacerolazos, saqueos masivos a comercios en muchas ciudades del país y una represión policial que provocó 39 muertos. No fue algo focalizado (y muy direccionado) como los sucesos de los últimos días, primero en provincias del centro oeste del país y después en algunas zonas del conurbano de Buenos Aires.
Las diferencias de fondo (además de la forma) entre aquella crisis y la actual son variadas y profundas. Para Arelovich, en 2001 Argentina vivía y sufría la “artificialidad de una economía bimonetaria con fuerte formación de activos externos cuya fragilidad se expresó con toda crudeza” y “tanto Menem como De la Rúa sostuvieron la paridad en uno con el dólar” más allá de lo posible.
“No hay que confundir la convertibilidad con la paridad del uno a uno con derecho a conversión. La salida de esa paridad se mantuvo con la permanencia del derecho a conversión que ubicó rápidamente la cotización del dólar cerca de los tres pesos. Sin embargo, la gestión del entonces ministro de Economía Jorge Remes Lenicov hizo posible que los precios solo crecieran un 40% ese 2002 a pesar de que el dólar se había triplicado”, afirmó el profesor de Teoría Económica.
Además, en este 2023 el desempleo es relativamente bajo con respecto a aquella fecha (hoy en torno al 7% y en 2001 por encima del 20%), el nivel de actividad económica no muestra signos de recesión como en ese momento pero “los niveles de desigualdad han crecido alimentando el aumento de la pobreza y la indigencia, con proceso de formación de activos externos (o fuga) que explotó durante el gobierno de Mauricio Macri y que no se interrumpió durante la gestión de Alberto Fernández”, apuntó Arelovich.
Otra diferencia en ambas crisis con 22 años de brecha es la “construcción de redes de contención para los sectores sociales más vulnerados” que antes no existía.
No solo la diversidad de planes que dependen del Ministerio de Desarrollo Social (como Potenciar Trabajo para más de un millón de personas o Tarjeta Alimentar para cuatro millones) y la Asignación Universal por Hijo que se paga a través de la Ansés, por ejemplo. También la constitución de organizaciones sociales de alcance nacional como Movimiento Evita o Barrios de Pie (que no existían antes de 2001) y otras como la Corriente Clasista y Combativa (CCC) que tenían una historia previa.
El propio gobernador Omar Perotti marcó este miércoles que en Santa Fe funciona una “red articulada con movimientos sociales, pastorales y vecinales que permiten que cualquier familia con necesidades sea asistida”.
2012 y los riesgos de 2023
En el plano político, el año bisagra de 2001 hubo elecciones legislativas el 14 de octubre. Al gobierno de la Alianza le fue muy mal. Apenas 22% (porcentaje similar al de Sergio Massa en las Paso 2023) y el PJ ganó con 38%. Hubo un voto bronca, pero aquella vez el descontento hacia la clase política se reflejó en los votos en blanco o anulados (24%) y abstención (24%).
No existió, como ahora, un emergente político nuevo (votaron a Clemente a San Martín). Este año irrumpió Javier Milei con su promesa de dolarizar la economía (una neo convertibilidad).
Más adelante, aunque no derivó en una caída del gobierno ni en una crisis sistémica, en diciembre de 2012 también hubo saqueos en el país y Rosario vivió horas dramáticas, con dos muertos, más de cien detenidos y policías heridos.
La inflación era de 25,6% (según el índice Congreso), el desempleo de 6,9%, el dólar cotizaba 4,9 pesos a diciembre (6,8 el paralelo) y la economía marcó un leve retroceso (-1%) después de dos años de crecimiento (+10,1% y +6%). El contexto económico era otro y este 2023 luce muy desmejorado si se mira a ese espejo.
“Ahora estamos ante el riesgo enorme de la vuelta de políticas que han mostrado sus fracasos para las mayorías y de éxito para una élite ganadora a expensas del sufrimiento del pueblo”, advirtió Arelovich.
El referente del grupo de investigación Mate profundizó esa idea y enumeró: “La dolarización ya la probamos, la conocimos con el nombre de la ley de la convertibilidad. La reforma laboral ya la probamos, fue la ley Banelco con tasas de desempleo del 25%. El retiro del Estado ya lo probamos y fue retiro para las necesidades de las mayores y fuerte presencia para las minorías”.
“La inflación cero ya la probamos, la lograron con la convertibilidad pero hundiendo en la miseria a millones de compatriotas. La reducción de haberes previsionales ya la probamos: al recorte del 13% (que en su momento anunció la ministra de Trabajo Patricia Bullrich) se debe sumar que los hijos e hijas de los jubilados se tuvieron que hacer cargo de sus padres por la miseria de los haberes”, recordó.