Javier Milei no logró sacar una sola de las leyes que mandó para ser aprobadas en sesiones extraordinarias. Ante semejante realidad, el gobierno encuentra práctico y redituable culpar a la casta y decir que los que objetaron artículos de la ley ómnibus son políticos delincuentes que quieren frenarle el cambio. Pero la verdad es que el golpazo fue resultado de mal cálculo, lectura errónea del mapa político e impericia legislativa.

Todo eso a pesar de que pocas veces hubo tanto consenso en la Argentina para reformas de corte liberal. El presidente podría haber avanzado considerablemente, pero prefirió retirar la ley ómnibus y desairar incluso a los que votaban con las dos manos el 90% de su contenido y se desvivían por ayudarlo. 

En resumen, parece no haber relación entre las posibilidades objetivas para llevar adelante un bloque de reformas liberales, y las capacidades políticas y de gestión del gobierno elegido para llevarlas a cabo.

En ese derrotero, el gobierno quemó la primera etapa de gobierno como si fuera papel de diario. En apenas 60 días, a barajar y dar de nuevo, pero en un escenario diferente, porque ahora está enfrentado al Congreso, las provincias y las intendencias. Su bala de plata es domar la inflación  antes de que la crisis y el ajuste le consuman el crédito.

El de Miei es un gobierno de encuestas y métricas de redes. No hay hasta aquí elaboración de acuerdos políticos que sustenten las profundas reformas que intenta. Mientras le rinda en la opinión pública, seguirá tirando bombas de humo, entreteniendo con picantes e ingeniosos cruces con el cordobés Llaryora, y descalificaciones a la artista Lali Espósito.

¿Cuánto tiempo se puede gobernar así? En principio hasta que esas métricas y sondeos reflejen un cambio de humor en la opinión pública. El presidente viene pagando costos en este tiempo, pero todavía conserva un respaldo considerable, que sus asesores de comunicación alimentan con la verba exacerbada como en los tiempos de campaña, el conflicto permanente como si Twitter fuera la política, y la construcción de enemigos en serie, aunque a veces el tiro puede ser fallido, como pareciera haber sucedido con Lali Espósito. 

 

La gobernabilidad atada con alambre

 

La incertidumbre que rodea a la Argentina está directamente vinculada con la gobernabilidad, que no está resuelta.

En primer lugar está en duda la gobernabilidad social, porque a pesar de ese respaldo considerable que conserva Milei, la pregunta más frecuente es “¿aguanta esto?”, en referencia al impacto de un ajuste muy profundo pero también desigual. “Lo peor será marzo y abril”, dijo el presidente, probablemente porque espera que en esos meses se consolide el nuevo esquema de precios relativos de la economía que diseña vía ajuste y licuación de ingresos por inflación. Los precios que más perdieron en ese reacomodamiento son salarios y jubilaciones. Si se produjera el “rebote económico” que augura, la redistribución de ingresos ya habrá profundizado la lista de hijos y entenados del modelo.

Se vienen tarifazos al unísono y superpuestos en distintos niveles de gobierno, que se suman al casi 50% de inflación acumulada en dos meses, educación y salud desfinanciadas, y ayuda alimentaria a cuentagotas.

En segundo lugar está en duda la gobernabilidad política, que se disputa en varios frentes. Tras la caída de la ley ómnibus, el oficialismo salió a proclamar una victoria porque “expuso a los chantas” al tiempo que salió corriendo a buscar una alianza con el PRO para darle mayor volumen a un gobierno golpeado. 

Una alianza entre La Libertad Avanza y el PRO puede pensarse para las elecciones de 2025, pero no le resolverá la gobernabilidad aquí y ahora a Milei. Mauricio Macri es el primero que lo entendió, por eso ni siquiera pestañea ante la instalación mediática de un supuesto acuerdo y reuniones que luego no se concretan.

Tampoco hay veto a dirigentes del PRO que sean convocados al gobierno, pero no es momento de una alianza formal. ¿Cuál sería el negocio de asumir el riesgo de una gestión ajena con tantos déficits? Además, las matemáticas no mienten: entre los bloques de la Libertad Avanza y el PRO no llegan a 80 bancas en Diputados, muy lejos del quórum de 129.
Esta semana Milei llegó a hablar de las elecciones de 2025. Dijo que la gente no va a votar a quienes no lo acompañaron en la ley ómnibus. Quizás acierte, vaya a saber. Antes que eso tiene que llegar a diciembre de 2025 para el recambio en el Congreso. Y según él llegará gobernando a “tiro de decreto”.

 

Comienza otro partido

 

La bravuconada sirve para entretener, pero no para gobernar cuando se tienen 37 diputados y 7 senadores. Quizás el doble si se sumaran los bloques del PRO. Aun con otros aliados menores quedan muy lejos de garantizarse que esos DNU, y en especial el DNU ómnibus 70/24, no sean rechazados por el Congreso.

Después de haber hecho papa en el período de sesiones extraordinarias, donde los oficialismos siempre corren con ventaja, el 1° de marzo se inicia el periodo ordinario, que es otro partido. El actual Congreso está muy repartido. Nadie tiene capacidad de imponer o bloquear agenda. Por lo tanto se abre un juego en el que si el Ejecutivo y los operadores legislativos de La Libertad Avanza repitiesen los errores recientes, las consecuencias serían imprevisibles.

Qué va a pasar cuando dentro de 15 días ingresen proyectos de diputados para extender el Fondo de Incentivo Docente que el gobierno decidió no pagar más, extender y coparticipar el impuesto PAIS; definir la continuidad de fondos fiduciarios que Milei quiere eliminar por decreto, garantizar presupuestos mínimos para ciencia y tecnología; asegurar partidas para las cajas de jubilaciones de provincias como Santa Fe. Hay otros dos asuntos que son prioridad: la conformación de comisiones que el oficialismo bloqueó desde diciembre hasta aquí y el intento de Unión por la Patria de rechazar el DNU 70/2024.

El escenario en el que nadie puede imponer pero tampoco bloquear es proclive a alianza circunstanciales de lo más diversas y variables. Dependerán del tema y los intereses en juego. 

Dicho de otro modo, Unión por la Patria tiene 99 bancas en Diputados y 33 en el Senado. Como dice el jefe de la bancada de Unión por la Patria, Germán Martínez: “Nosotros tenemos que convencer muchos menos diputados que el oficialismo, que parte de más atrás para llegar a 129”. El diputado rosarino pone de ejemplo a su provincia. “No veo que el gobernador Pullaro tenga un problema si tiene que coincidir en votar junto con el peronismo, porque lo dijo una y mil veces, que su prioridad es defender los intereses de Santa Fe. Y eso ocurre con todos los gobernadores”.

 

Decretolandia
 

 

Milei se prepara para sacar por DNU reformas que están en la malograda ley ómnibus. Una cosa es que avance con artículos que tenían consenso mayoritario y otra con aquellos que fueron objetados por la oposición dialoguista. Por ejemplo, si avanzara sobre la ley de biocombustibles, sin tener en cuenta las objeciones de las provincias productoras como Santa Fe, su vigencia sería más que endeble.

Además está el tema de fondo del que pocos hablan. Los DNU no están para cambiar leyes. Es el gran tema con el DNU ómnibus 70/24, que deroga cantidad de normas sancionadas por el Congreso. Dejarlo pasar es un precedente muy riesgoso para el futuro. 

A pesar de que la oposición dialoguista coincide, no da señales claras de querer derribar ese antecedente. Algunos argumentan que sería debilitar peligrosamente a un gobierno débil, pero es probable que también jueguen lobbies privados y otros grupos de interés. Basta recordar que en ese DNU Milei derogó la ley de alquileres y liberalizó por completo el mercado a la medida de las grandes corporaciones inmobiliarias.

“A mí no me gusta el DNU 70/24”, dijo en TN el presidente de la UCR y senador porteño Martín Lousteu. ¿Contribuirá la UCR a rechazarlo? No pareciera ser el ánimo, sobre todo cuando la Justicia ya tumbó un eje central que era la reforma laboral. Un agudo hombre de la política consultado para esta nota cree que esas palabras de Lousteau hay que leerlas más en clave de los intentos de Milei de negociar una alianza con el PRO y aislar a la UCR. “Lousteau le está recordando que tienen los votos necesarios para rechazar el DNU”, traduce.

Por todas estas cosas habrá que seguir de cerca las actitudes del presidente para con los gobernadores. La semana pasada la siguió golpe a golpe con el cordobés Llaryora, mientras que Maximiliano Pullaro se bajó del ring y se replegó a una agenda local. Volvió a centrarse en los temas de seguridad, producción, obra pública de la provincia, que son los que lo motivan, lejos de la política nacional, que no le atrae ni le gusta. Menos cuando transita carriles que bordean lo irracional y donde tiene más para perder que para ganar. 
Por estas horas está avocado a definir la oferta que le llevarán a los gremios docentes. La convocatoria es para el martes y no será fácil congeniar las expectativas de ambas partes. Los sindicatos docentes esperan del gobierno una propuesta de pago del remanente de la paritaria 2023 y un ofrecimiento para 2024. El gobierno, en cambio, dice que está enfocado “en pagar con muchísimo esfuerzo, rascando la olla”, el 22% restante del 36% pendiente del año pasado. “Seguro vamos a pagar 2023, aunque muy calientes por ese acuerdo que Perotti firmó después de perder las elecciones con complicidad de los gremios, sabiendo lo que implicaba”, dice una alta fuente de la Casa Gris. Si se llevará también algún lineamiento de política salarial 2024 o no, este sábado a la tarde no estaba definido.

Lo que sí está definido es que la provincia no cubrirá el Fondo de Incentivo Docente que Milei dejó de pagarle a los docentes y que significa entre 3 y 9% de los salarios según el caso. Ese punto, más la decisión del presidente de fondear la paritaria docente nacional, son un obstáculo para el inicio de las clases en todo el país.

Milei hace gala del déficit cero sin pagarle a nadie y quedándose con el dinero de los otros. En este caso los docentes. Tampoco ofrece soluciones. Simplemente ordena no pagar y que los demás se arreglen.