La fascinación por ser parte de las cumbres parece ser una obligación de la política. Que te sonría siempre el más poderoso del poder. Llegar a las cimas (aunque sea de prestado) para ver cómo se ve todo desde las alturas, el perfume del botón rojo a la hora de la acción.

Javo, el nuestro, el que logró seducir al masivo electorado argentino, apostó y ganó. Con la convicción y la rusticidad del grito y las consignas de un tiempo de agravios y bronca.

“Y rueguen que los EE.UU. salgan de las garras de tipos como los demócratas Bien y Kamala Harris porque les va a seguir yendo peor. En Estados Unidos no paran de caen en los indicen de libertad económica. Por lo tantos esperamos que pueda volver a resurgir de la mano de Donald Trump”, dijo a los gritos, con la voz quebrada por el volumen que le dio su garganta en un acto político con el fin de viralizar el mensaje la frase en las redes. 

Y lo logró.

“Usted es un gran presidente y espero que gane. Espero verlo otra vez. La próxima, como presidente”, le dijo Milei el 24 de febrero pasado en Maryland cuando pocos imaginaban este final. 256 días después Trump derrotó a Kamala Harris y Javo, el nuestro, escribió en su diario cibernético (plataforma X): “Felicitaciones por su formidable victoria electoral. Ahora, Make America Great Again. Saben que pueden contar con Argentina para llevar a cabo su tarea. Éxitos y bendiciones. Atentamente, Javier Milei”

Hubo un tiempo donde el canciller Guido Di Tella definió relaciones carnales los vínculos entre Estados Unidos y Argentina, donde el país más débil era “sometido” por el poderoso. Metáfora del menemismo para explicar la genuflexión diplomática y los orgullos políticos.

Esa metáfora se usa para casi todo, primitivamente.

La politóloga liberal Antonella Marty desde Washington manifestó que “tristemente Estados Unidos es un país donde su población prefiere poner un convicto en la Casa Blanca antes que a una mujer que fue fiscal general de la Justicia”

La fuerte referencia está vinculado a las causas que Trump tiene en su contra en la corte de Nueva York. El mandatario electo recibirá a fin de mes una sentencia que probablemente no deba cumplir una vez que asuma en la Casa Blanca; enfrenta en total 88 cargos.

Trump, es el “primer delincuente convicto que ganó una elección presidencial en Estados Unidos”. Recibirá el 26 de noviembre su sentencia en el único juicio que logró avanzar en medio de la campaña presidencial, el de manipulación de datos contables en Nueva York.  

“La mayoría de los norteamericanos eligió el odio por sobre la democracia. Es una realidad amarga, muchos la esperábamos, aunque queríamos otro resultado.  Vivimos este Populismo que mezcla un conservadurismo muy rígido con unas retóricas populistas que explotan ese descontento social. La desconfianza hacia los medios, defienden el nativismo. Tienen esta idea del anticomunista en un mundo sin comunismo. Con una sociedad jerárquica que presentan los republicanos que es de la era darwinista. Teorías conspirativas para explicar los problemas globales”, argumenta la autora de una basta bibliografía de referencia liberal. Muy lejos de Trump, por cierto. 

Mas allá de críticas y diagnósticos Milei intenta fotaza con Donald y Elon Musk. Pulgares en alto al grito de “viva la libertad carajo”.

Claro que Donald pretenderá otra cosa para su comando político. La libertad económica no es el punto que más seduce a Trump. Tanto que su proteccionismo lo liga a lo más arraigado del Peronismo Argentino por el clishé del “capitalismo nacional”.

Argentina ya lo vivió en la anterior gestión (coincidente con la de Mauricio Macri) cuando el embajador Fernando Oris de Roa intentaba sin éxito que Trump acepte productos argentinos. Las caídas de las exportaciones (entre ellos los propios limones de las plantaciones del empresario embajador) fue parte de las tensiones que Trump le ofrecía a la gestión.

 

 

 

Con Trump y Macri presidentes, en mayo de 2018, Nicolás Dujovne junto a Caputo (el mismo que maneja la economía hoy) llegaron a las oficinas del FMI para pedir dinero que le debían a los inversores del rudo Wall Street. Entre ellos los fondos que reclamaba Dan Runde, el yerno de Domingo Cavallo, que había conseguido para el arranque de la gestión de Mauricio.

Fueron 50 mil millones a pagar en 100 años con el objetivo, entre otros, (y no es irónico) de establecer medidas “para proteger a los segmentos más vulnerables de la sociedad manteniendo el gasto social y, en caso de que las condiciones sociales desmejoraran, abriendo margen para incrementar el gasto en la red de protección social argentina…”.

El miércoles se conoció la victoria de Trump y en Argentina el riesgo país llegó a los 870 puntos. Su nivel más bajo desde las elecciones Paso 2019. La presunta afinidad Presidencial es positiva, aunque Trump, claramente no abona a los libros de la escuela austríaca de economía. Esto afectará el ingreso de acero, aluminio y biocombustibles. “Podría” ser un garante de acuerdos defaulteados con el FMI. Y si bien el proteccionismo de Trump será indiscutible (because “American First”), se lo cree un cariñoso líder en las prácticas de esas relaciones bilaterales que tan fuerte describió Guido di Tella en el menemismo.

 

Estados Unidos es un país donde su población prefiere poner un convicto en la Casa Blanca antes que a una mujer

 

 

Para Antonella Marty, Trump tendrá el control absoluto del funcionamiento político del país y lo ejercerá con “delirios de grandeza  y narcisismo”. “Esto puede ser el  fin de la era democrática en EEUU. El país falló en su examen de inteligencia democrática, es triste que la mitad de su país haya votado por un convicto como Donald Trump”, agregó.

Antonella editó una decena de textos sobre el pensamiento y la práctica del liberalismo económico, social y político en el mundo. Desde ese lugar, lleno de compromiso en el pensamiento y en la acción, se posiciona para expresar su preocupación sobre el tiempo que vendrá:

“El voto demuestra que Estados Unidos es una nación racista, patriarcal, que la violencia sexual, los delitos y la subversión de la democracia no resulta un problema para millones de personas. Trump encarna lo peor, alentó el asalto del Capitolio, robó información de seguridad, incitó disturbios contra la democracia y desde allí llegó a ser presidente. Dando un claro mensaje que legitima los discursos de odio. No importa el comportamiento porque en EEUU no se sanciona. En la política puede llegar a la cima cualquier persona, incluso los peores”.